viernes, 25 de mayo de 2012

Los esclavos energéticos. Trabajo y energía.

TRABAJO Y ENERGÍA
Si decimos que la riqueza y el progreso de un país dependen fundamentalmente del trabajo de sus gentes es probable que muchos asientan y lo consideren obvio y algo de sentido común.
Sin embargo hay algo que no encaja. ¿Acaso trabajamos hoy mas que nuestros antepasados, que nuestros abuelos o nuestros padres? Habrá quien piense que todo lo debemos a la tecnología. Pero la tecnología no es nada sin energía. Desde el punto de vista físico y real no hay diferencia entre el trabajo de un ser humano y el realizado por una máquina. Es muy fácil de comprobar, es suficiente con conectar un generador eléctrico a unos pedales y medir cuanta energía podemos producir pedaleando a buen ritmo. Apenas 100 watios... si estamos en buena forma física. Lo que consume un ordenador portátil. Es algo objetivo y objetivable.

Hay verdades difíciles de entender. Otras son difíciles de aceptar. Las consecuencias del pico del petróleo son difíciles de aceptar. Pero no por eso podemos justificar la absoluta irresponsabilidad que supone negar la gravedad del problema. La posibilidad de un colapso de nuestra civilización es un peligro muy real y resulta mas probable cuanto mas tardemos en reaccionar y comenzar una transición lo menos traumática posible. Estamos sin embargo, en esta transición obligada que llamamos crisis o también "crecimiento negativo", ese nuevo eufemismo que tan solo pretende añadir confusión para negar lo evidente: que afrontamos una recesión dramática, brutal y donde las clases privilegiadas intentan mantener su estatus a costa de destruir a la sociedad misma.


DEPENDENCIA ENERGÉTICA
Y ahora imaginemos un país. Por ejemplo España, con un 90% de dependencia energética. Eso equivale a decir que el 90% del trabajo nacional es realizado por esclavos energéticos extranjeros y que envían todo lo que se les paga al exterior. Imaginemos una huelga parcial o parcial de estos esclavos invisibles, que poco a poco nos van retirando sus servicios a la vez que exigen un salario cuatro o cinco veces superior al de hace pocos años. Trabajan en todas las empresas, públicas o privadas, en todos los campos y en todos los hogares. Hacen el trabajo duro en la industria, el transporte y la agricultura. Hasta los motores de los tractores han sustituido los animales de labor por estos caballos energéticos. Todo lo que llamamos civilización está sostenido por su trabajo.
Las clases mas privilegiadas, las que controlan los medios de producción, procuran a toda costa y a toda prisa preservar su estatus. Expolian y saquean a las clases medias, las despojan de educación y sanidad, buscan su embrutecimiento, denigran su dignidad. Los mercados siempre han traficado con esclavos, está en su sangre y en su razón de ser. Pero los esclavos humanos no son invisibles, no soportan las duras condiciones de su homólogas energéticos, porque están vivos. Por eso los mercados invitaran pronto a la muerte, sucumbirán a su propio canibalismo. Es el futuro y está cerca, muy cerca.

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